MISERERE DE ALLEGRI
15 noviembre 2013 - MISERERE DE ALLEGRI - Iglesia de San Juan (Ávila)
Buenas noches:
MISERERE MEI, DEUS: SECUNDUM MAGNAM MISERICORDIAM TUAM
“Oh Dios, ten compasión de mí; por tu amor ten compasión de mí”
Así comienza el salmo 51, llamado “MISERERE” del Antiguo Testamento, que van a oír interpretar en las voces de la CORAL KANTOREI de Pozuelo de Alarcón y el CORO GREGORIANO DE LA SANTA de nuestra ciudad de Ávila, dirigidos por los Maestros PEDRO NEBREDA y JESÚS HIDALGO respectivamente, patrocinado por la JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN y con la colaboración de Don Benjamín, párroco de esta iglesia de San Juan.
En 1638, el sacerdote, músico y cantante italiano Gregorio Allegri, lo musicaliza al estilo polifónico renacentista o “stilo antico” y es interpretado, en forma exclusiva, los miércoles y viernes de Semana Santa en la Capilla Sixtina vaticana.
Bajo pena de excomunión se prohibió la copia, ejecución o divulgación de dicha música, como forma de mantener una exclusividad que atraía a aristócratas y personas ilustradas de toda Europa. Esta situación finaliza cuando el joven de 14 años Wolfgang Amadeus Mozart asiste con su padre a su interpretación, en la Semana Santa del año 1770, y luego de escucharla sólo una vez, logra reescribirla entera valiéndose de su genio musical jamás igualado.
¡Memoria musical y oído absoluto, dicen algunos!.
La partitura hecha por Mozart, en esta hazaña cultural, no se ha conservado, pero si la memoria de la tradición y del simbolismo de su interpretación con la Capilla Sixtina en práctica oscuridad, sólo iluminada por unas candelas que se iban apagando conforme avanzaba la interpretación, hasta que con la última se hacía la oscuridad absoluta. Un posterior estruendo simbolizaba la muerte de Jesús y el terremoto que al parecer se produjo.
Ahora, retirémonos hacia el interior de esa intima habitación que todos poseemos dentro de sí, cerremos puertas y ventanas y sumerjámonos, desde la raíz de nuestra sensibilidad, en este ambiente único e irrepetible de la música en vivo, lleno de luces y sombras, de altura poco frecuentada por el espíritu moderno, elevándose desde la voz soprano casi infantil -o de “castrati” como era la tradición vaticana-, y descendiendo hasta el valle profundo y sereno de la voz gregoriana. Con su misterio y su secreto será siempre, música nueva de sólo cuatrocientos años.